It is said that artists inevitably project pieces of themselves in their work. Whether it is a portrait, an abstraction, or a surreal scene, the artistic venture involves the cannibalization of the ego. And each of the artists who are part of this exhibition is a clear example of this. Michael Mapes' collages are genetic, cultural and sociological maps of the subjects he chooses to portray. Their obsessive and detailed construction speaks more about the artist than about the work. Martine Johanna's surreal and figurative pieces resemble alternate versions of herself, evoking bold, yet sometimes apprehensive narratives. Taeko Nomiya's double exposure photographs seek to reflect an identity composed of two nationalities, two heritages that end up hiding a liminal personality. In the case of the fauxtograms of Alantl Molina and Paulina Camu, fiction becomes truth the moment we choose to believe it even if we know it to be false. Molina's eye tells no more truth or lies than the texts written by Camu. And the tepeyac usto, victim of the arbitrariness of the virtual platforms that control the current music market, is no less Alantl Molina than any of his multiple personalities.
Text by Carlos Algara (Art House Director)
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Se dice que un artista inevitablemente proyecta retazos de sí mismo en su obra. Así sea un retrato, una abstracción, o una escena surreal, el acontecer artístico conlleva el canibalizar del ego. Y cada uno de los artistas que forman parte de esta exhibición resulta un ejemplo claro de ello. Los collages de Michael Mapes son mapas genéticos, culturales y sociológicos de los sujetos que elige retratar. La obsesiva y detallada construcción de los mismos habla más sobre el artista, que sobre la obra. Las piezas surrealistas y figurativas de Martine Johanna asemejan versiones alternativas de sí misma, evocando narrativas audaces, y a veces llenas de aprensión. Las dobles exposiciones de Taeko Nomiya buscan reflejar una identidad compuesta por dos nacionalidades, dos herencias que terminan ocultando una personalidad liminal. En el caso de los fauxtogramas de Alantl Molina y Paulina Camu, la ficción se convierte en verdad en el momento en el que elegimos creerla aunque la sepamos falsa. El ojo de Molina no dice más verdad ni mentira que los textos escritos por Camu. Y el tepeyac usto, víctima de la arbitrariedad de las plataformas virtuales que controlan el mercado musical actual, no es menos Alantl Molina que cualquiera de sus múltiples personalidades.
Texto de Carlos Algara (Director de Art House)